martes, 7 de junio de 2011

Características de Dueñas

Cada cuento de Guadalupe, en verdad, es un pequeño, cerrado y acabado mundo; un diamante amorosamente pulido que encierra arrebatados insomnios y un casi voluptuoso énfasis en la corrección; una personal tormenta que lúdicamente se filtra por las venas de la mano que sostiene la pluma; algo cercano al afán de santidad que padece una de sus personajes. El perfeccionismo de ésta orfebre de las letras pudo haber truncado su escritura mucho antes que la falsa pureza de sus detractores. La prosa de Guadalupe Dueñas, no importando lo espantoso, lo sangriento de varias de sus tramas, es poesía en estado puro, como en “Historia de Mariquita”, cuento incluido en su primer libro publicado por primera vez en 1958, Tiene la noche un árbol, donde se narra las consecuencias del empeño de una madre por conservar a su malograda hija mayor en un frasco de chiles sobre las hijas sobrevivientes. Por lo general, Guadalupe narra desde el cuerpo torturado; desde el cuerpo despreciado, vejado... desde el cadáver inmundo. Como Rulfo, su paisano, plasmó actos de barbarie frecuentes en su entorno jalisciense. En “Cuento de indios”, el texto más extenso de No moriré..., expone, no sin ironía, como los machos pueblerinos preferían una hija violada a una quedada... como el padre de Engracia, que monta una farsa tragicómica para librar a esta de las pullas que su avanzada virginidad incita. En “La dama gorda”, del mismo libro, lleva hasta el delirio la enfermiza curiosidad en torno a una rica dama obesa, devotamente seguida por su chofer, un rubio y apuesto joven que virtualmente se la come con los ojos. El lector se verá inevitable contagiado por el grotesco morbo de la narradora que a toda costa quiere saber qué come la gorda y, posteriormente, el motivo del chofer para amarla al grado del crimen. Guadalupe consigue fusionar el horror con el humor en forma poco más que exquisita, pero también aplica ambos por separado, brindándonos cuentos antagónicos como “Prueba de inteligencia”, de Tiene la noche... y “Pasos en la escalera”, de No moriré... El primero parodia la supuesta estupidez de las mujeres bonitas; el segundo es un cuento terrorífico, cercano a lo gore, como varios incluidos en el mismo volumen.

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